31.8.07

Prinzhorn Dance School - ST




Parejitas famosas en el rock hay un chingo, más considerando que el dúo , más el chico-chica, le va ganando al power trío como segunda formación arquetípica (4 como base, uno sólo es hombre banda o músico electrónico, 5 es el límite entre banda de rock y los Partridge), y justo en el verano (que es simplemente para amantes) parece que estas florecen y salen los productos de pares que por alguna razón han sobrevivido ya algún equinoccio de otoño: ahora son los Stripes sacando su lado cockney con el ñerismo-victoriano-de-botón-de-perla del Icky Thump (lo más barroco que los White han sacado y lo mejor desde el white blood cells), o los Stereo Total hayan sacado su más reciente, por mí esperado, y desgraciadamente poco sorprendente ataque políglota y monocorde Paris Berlin hace nadita (ya se les nota lo noventero), el sobrevalorado bubble punk de organito de Matt & Kim sonando en festivales a un año de que sacaron su disco, o los Raveonettes sacando sus discos buenos en esta época (con el pretty in black intentaron adelantarse y salir en mayo y pues ná-de-ná…), o que el último release del Knife en estados unidos haya sido a mediados de Julio; sobre los Kills, ellos son otro pedo y no se dejan llevar por las hormonas…

Total, que el hot item de este verano son Suzi Horn y Tobin Prinz (nombres falsos, nadie tiene nombres tan chingones), él bartender/artista, ella nómada de tiempo completo, par de Brighton, que hace un par de años deciden hacer una banda para usar unos instrumentos que encontraron y para simplemente hacer música que según ellos nadie estaba haciendo.

Art (School) Rock sí, a todo lo que da, en el borde entre “qué-son-esas-mamadas y a-no-mames“ .
La monotonía convertida en leit motif, poco menos y ya no es, poco más y suena a sesión incompleta de una mejor banda, con más talento… Música sencilla, no simple; mínima y desperdigada; atonal; sincopática; construida sobre un bajo predominantemente ojete pero que suena dulce de alguna manera, guitarra desafinada siguiendo al bajojete paso a paso y generando por ahí contrastes interesantes, una batería con una tarola, un bombo y un platillo de segunda (o tercera o hasta cuarta mano), y vocales planas como tabla que se combinan para generar canciones de menos de 3 minutos que están llamando muchísimo mi atención. Se lee como una fórmula cansada y de güeba, más si tienes amigos tetos pero pretenciosos (onda “the fall es la mejor banda que hay en el mundo y le quiero chupar sus lisiados güebos a Mark E. Smith“ mientras se acomodan el lente de pasta sin aumento y se abotonan hasta arriba la camisa de franela en colores terrosos) con banda “experimental“ que sigue ese mismo line up, pero que sí suenan de la verga y sólo tocan en fiestas familiares o en programas como de tabasco donde su tío el político o productor los metió a la fuerza para el agrado de todos los youtuberos (setsooooo en etcesoooooo en el toso con un marca testoooooooo) pero aquí la cosa es que estos duds, los PDS tienen algo más, de entrada chica en el bajo lo cual cumple con el primer mandamiento de una banda de rock mixto respetable, además bonita, pero más qué eso, estos tipos tienen un trío de cualidades nada despreciables y que sí los hacen resaltar de la mayoría de las bandas que he escuchado recientemente:

1.- Un gimmick llevado a fondo a través de las innumerables referencias al outsider art y el proceso crudo y simplista del enfermito de la cabeza: desde el nombre de su banda (Hans Prinzhorn fue un psiquiatra cantor que coleccionó y editó un tomo llamado Artistry of The Mentally Ill, que a su vez tuvo influencia en el bautizo de Dubuffet al Art Brut, cuyo disco nuevo está bien chingón también, el de Art Brut, Dubuffet ni puta idea si ha sacado discos recientemente, con eso de que no era músico y lleva como 20 años muerto), pasando por la onda del show como confrontación de gustos (en algunas entrevistas se remarca el hecho de que “prefieren que la gente esté en el show y se vaya a la mitad –de la primera rola- a que ni siquiera hayan ido“), remarcado por el uso de uniforme (todo negro, zapato blanco, optando dejar el cinturón blanco fuera porque a.- en el manicomio con eso se ahorca la gente y b.- eso era de los hives en el 2000), o el uso de asociaciones libres en cuanto a las letras (medio pendejas, pero de repente con momentos brillantes donde la brusquedad del texto genera imágenes interesantes), cliché, como no, pero les vale madres. Simplemente son los antistripes y eso los hace chingones de muchas maneras, siempre está padre tirarle a bandas consolidadas, más cuando sacan un discazo, y más cuando les tiras con una banda que tiene similitudes en muchos aspectos (desde ser par chico-chica, aunque trío en vivo, o tener, en el fondo, referencias similares, uniforme, etc.) pero que, como ejecutantes, no son ni la 500esima parte de lo buenos (el Jack es un virtuoso, la Meg pues bueno es constante); los Prinzhorn con muchos menos recursos hacen música igual de efectiva…

2.- Referencias musicales que han estado olvidadas un rato o alejadas del pop desde hace rato (y ahí reside la frescura siempre), fuck kraut y fuck techno, estos duds, quizá por su simpleza, o quizá en una conexión realmente mamona hacen varios gestos al blues y al country-de-verdad, los verdaderos géneros de los jodidos y despreciados (que claro que tiene que ver con que dizque están loquitos) en el mundo anglosajón … y quizá acá es la clave para que la DFA los haya firmado (creo que son los primeros ingleses en el catálogo), les haya mezclado el disco y los esté distribuyendo: venga que esos fueron los únicos 2 géneros musicales que el Gordito Murphy no incluyó de una o de otra manera en el S.O.S. esa digestión-tributo a toda la música producida (siempre robada) por blancos en E.E.U.U. después de 1960…

3.- Debajo de la chapucería del estamos loquitos sí se nota algo de verdad, debajo de las pocas, pero densas, capas de sonido en sus canciones hay siempre una tensión latente que simplemente lo deja a uno pegado escuchando, esperando la catástrofe, muy similar a ver colecciones de lesiones, con la diferencia de que ese momento donde se libera la tensión nunca llega, simplemente va siendo moldeada, llegando a puntos críticos, pero nunca superándolos, y eso francamente en tiempos donde todas las canciones tienen breaks para que la banda diga ahhhh, se agradece.
El disco como obra completa bien podría ser descrito como el inicio de un episodio maniaco que nunca llegará a su fruición total y que quedará ahí guardado para explotar en algún otro momento… Desde la abridora Black Bunker, esencialmente un blues de escuela militar (you’re down in a hole , down in the ground it's 7 am , and you`re scratching around, the moneys all gone… your lover just called, she don’t love you no more…), pasando por Don’t Talk To Strangers, un public service announcement para el cuidado de psiques frágiles y agorafóbicas, en ritmo de marcha country; le sigue Hamworthy Sports and Leisure Center, el tema más melódico que los PDS harán nunca, jugando al dúo vocal y con 4, sí cuatro notas; y el sencillo conocido hasta ahorita el You Are the Space Invader, de nuevo un country, este como de spaghetti Western si Ennio le hubiera dado duro a la ketamina y su sintetizador se hubiera volado; Up!Up!Up! con su lírica beatnick de imágenes que se quedan; o el mean ass bass de Crackerjack Docker; para retomar esa incómoda calma del principio en Spaceman in Your Garden.
Para mí son la mamada ahorita.

para oír el disco da click aquí